miércoles, 8 de marzo de 2017

¡¡¡ Santiago y cierra España !!!

Barco de la Armada Española.
               Galeón Nuestra Sra. de la Concepción y de las Animas
                                                
                                                                         
Galeón Neptuno. Construído por Julián Martín de Retamosa en España. Fue un buque de la Armada Española de 72 cañones.

 
Galeón Español San Juan S. XVI        

                                            
Esta canción describe muy bien el proceso
Everybody knows the dice are loaded  ...  Todo el mundo sabe que los dados están cargados
Everybody rolls with their finger crossed  ...  Todo el mundo anda con los dedos cruzados
Everybody knows the war is over  ...  Todo el mundo sabe que la guerra se ha terminado
Everybody knows the good guys lost  ...  Todo el mundo sabe que los buenos perdieron
Everybody knows the fight was fixed  ...  Todo el mundo sabe que la batalla fue falseada-amañada 
...

¡Santiago y cierra España! palabras del ejercito del imperio español antes de entrar en batalla. El mejor ejercito de Europa y del mundo durante aproximadamente 3 siglos. Los temibles Tercios, armada con un arrojo incuestionable y una lealtad absoluta hacia su rey y hacia su patria. Vinculados, como bien dice su himno " con el Alma unida por el mismo clero " nunca daban un paso atrás por muy difícil que estuviese el marco de la batalla. Arcabuces y picas utilizadas por unos profesionales que durante unos cuantos siglos ganaron prácticamente todas las batallas que enfrentaron.

Himno de los tercios Españoles:




Estrofa anónima de tres versos, aunque corta, se hizo muy popular entre los soldados españoles en la segunda mitad del siglo XVI;
Allende nuestros mares,
allende nuestras olas:
¡El mundo fue una selva
de lanzas españolas!

 Gran cosa, que valga más, sin comparación, hablar de los valientes y escribir de los virtuosos ... que sea mérito nombrarlos, y que no lo sea hacerse nombrar !
Francisco de Quevedo, 1580 - 1645
¿ Que es la vida ? Un frenesí
¿ Que es la vida ? Una ilusión, una sombra, una ficción;
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son ...
Calderon de la Barca, 1600 - 1681
  Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;

Mas no de esotra parte en la ribera
Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.



Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,
Venas, que humor a tanto fuego han dado,
Médulas, que han gloriosamente ardido,
  Su cuerpo dejará, no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado

Francisco de Quevedo, 1580 - 1645



A vosotras, estrellas,
alza el vuelo mi pluma temerosa, 

del piélago de luz ricas centellas; 

lumbres que enciende triste y dolorosa 

a las exequias del difunto día, 

güérfana de su luz, la noche fría; 


ejército de oro, 

que por campañas de zafir marchando, 

guardáis el trono del eterno coro 

con diversas escuadras militando; 

Argos divino de cristal y fuego, 

por cuyos ojos vela el mundo ciego; 


señas esclarecidas 

que, con llama parlera y elocuente, 

por el mudo silencio repartidas, 

a la sombra servís de voz ardiente; 

pompa que da la noche a sus vestidos, 

letras de luz, misterios encendidos; 


de la tiniebla triste 

preciosas joyas, y del sueño helado 

galas, que en competencia del sol viste; 

espías del amante recatado, 

fuentes de luz para animar el suelo, 

flores lucientes del jardín del cielo, 


vosotras, de la luna 

familia relumbrante, ninfas claras, 

cuyos pasos arrastran la Fortuna, 
con cuyos movimientos muda caras, 
árbitros de la paz y de la guerra, 
que, en ausencia del sol, regís la tierra 
vosotras, de la suerte 
dispensadoras, luces tutelares 
que dais la vida, que acercáis la muerte, 
mudando de semblante, de lugares; 
llamas, que habláis con doctos movimientos, 
cuyos trémulos rayos son acentos; 
vosotras, que, enojadas, 
a la sed de los surcos y sembrados 
la bebida negáis, o ya abrasadas 
dais en ceniza el pasto a los ganados, 
y si miráis benignas y clementes, 
el cielo es labrador para las gentes; 
vosotras, cuyas leyes 
guarda observante el tiempo en toda parte, 
amenazas de príncipes y reyes, 
si os aborta Saturno, Jove o Marte; 
ya fijas vais, o ya llevéis delante 
por lúbricos caminos greña errante, 
si amasteis en la vida 
y ya en el firmamento estáis clavadas, 
pues la pena de amor nunca se olvida, 
y aun suspiráis en signos transformadas, 
con Amarilis, ninfa la más bella, 
estrellas, ordenad que tenga estrella. 
Si entre vosotras una 
miró sobre su parto y nacimiento 
y della se encargó desde la cuna, 
dispensando su acción, su movimiento, 
pedidla, estrellas, a cualquier que sea, 
que la incline siquiera a que me vea. 
Yo, en tanto, desatado 
en humo, rico aliento de Pancaya, 
haré que, peregrino y abrasado, 
en busca vuestra por los aires vaya; 
recataré del sol la lira mía 
y empezaré a cantar muriendo el día. 
Las tenebrosas aves, 
que el silencio embarazan con gemido, 
volando torpes y cantando graves, 
más agüeros que tonos al oído, 
para adular mis ansias y mis penas, 
ya mis musas serán, ya mis sirenas.

Francisco de Quevedo, 1580 - 1645

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